Transición en Cuba
RAÚL CASTRO SALE DE LAS SOMBRAS Y PREPARA LAS PRIMERAS REFORMAS PARA LAS PRÓXIMAS SEMANAS, ENTRE ELLAS LA ELIMINACIÓN DE LAS 'PROHIBICIONES ABSURDAS' Y EL AUMENTO DE LOS SALARIOS
RAÚL, EL PODER EN LA SOMBRA
Por Javier Sáenz Munilla (*)
Raúl Castro es el verdadero poder en Cuba. Hace tiempo que lo es: El poder, hasta ahora en las sombras, que se ve obligado por razones biológicas a dar un paso hacia la zona iluminada del escenario. Pero su carácter más reservado y austero en todos los sentidos, hará que Raúl siga siendo más un dirigente entre bambalinas que en el primerísimo plano del proscenio, posición que ocupará, siempre que la función lo requiera, pero acompañado de su equipo, compuesto por ‘jóvenes’ que no estuvieron en Sierra Maestra. La Revolución de Raúl será, claro , mucho menos personalista, entre otras cosas porque no queda otra, ya que Fidel es mucho Fidel.
A Raúl, que ha estado siempre en las sombras cocinando los frijoles, los cubanos de la isla le esperan, ansiosos, para que llegue con la comida humeante y la ponga encima de la mesa. Así es que Raúl, mucho más pragmático, cambiará la ideología por los frijoles. Esa es ahora su función, como lo fue en la gran crisis que siguió, en los 90, al derrumbe de la Unión Soviética y sus aliados. Raúl, el duro, el ortodoxo, el militar, el hombre de Moscú, fue precisamente quien se arremangó y dirigió las reformas, quien introdujo con Carlos Lage, la apertura económica que evitó el colapso y la hambruna a la isla. Aunque, pasado el susto, llegó Fidel y mando a parar con tanto liberalismo.
Así es que Raúl Castro es un hombre pragmático, eficiente, reservado, austero en las formas, callado aunque bromista y muy familiar, al que gusta disfrutar con sus cuatro hijos y sus nietos. Un aspecto que le hace más cercano al hombre de la calle, menos dios, capaz incluso de contagiar su emoción cómo cuando se le vio llorar en Junio de 2007 tras la muerte de su esposa, la mítica Vilma Espín, a la que estuvo profundamente ligado desde que ambos se conocieron en la Sierra.
Y es un hombre dialogante y capaz de hacer equipos y de repartir tareas. No es el máximo dirigente empeñado en meter la cuchara en todas las salsas. Y esto es, seguramente, por su carácter de segundón tras la arrolladora estela de su hermano Fidel y porque desde que los barbudos tomaron el poder en 1959, le ha tocado encargarse, siempre, de la intendencia, de que las cosas funcionen.
Hace ya 20 años que el biógrafo de Fidel, el norteamericano Tad Szulc, describía así a Raúl: “Con su bigote recortado y su cara redonda, parece un tendero español satisfecho de sí mismo, pero es muy respetado por su firmeza y capacidad”. Y añadía que mientras Fidel se dedicaba a los asuntos globales e ideológicos, a arreglar el mundo diríamos, Raúl “dirige la mayor parte de los asuntos diarios del gobierno de Cuba”.
Se cuenta que en sus años mozos, allá en su natal Birán, se hizo cargo del bar La Paloma, propiedad de su padre, el rico hacendado gallego Ángel Castro y Argiz. El bar no marchaba muy bien y Raúl puso firmes a los malos pagadores y saneó el negocio. ¿No es esa la tarea que se le presenta ahora? Él así lo considera, a juzgar por sus discursos oficiales como presidente interino, comenzando por aquel que pronunció el 26 de Julio y en el que podrían estar contenidas las claves de lo que viene.
A Raúl Castro le apodan “El Chino” desde mucho antes de que se le presentara como un partidario de las reformas emprendidas por Pekín. El mote se lo pusieron por sus ojos rasgados. Pero quizá le venga también al pelo por su gran pragmatismo. Ya vimos cómo fue capaz de ponerse al frente de las reformas en la crisis de los 90. Tras la guerrilla, fue el encargado de convertir aquel ejército rebelde en unas Fuerzas Armadas modélicas, sin duda de las mejores del tercer mundo, capaces de enfrentarse y derrotar en Angola al poderoso ejército surafricano. Pese a ello, al pragmático Raúl no le dolieron prendas en dirigir, también, la jibarización de aquellas FAR, que pasaron de 300.000 a 60.000 hombres, la quinta parte, cuando consideró, y así lo dijo, que “los frijoles son más importantes que los cañones”.
Hoy dice que las cosas deben funcionar, habla de “reformas estructurales” y ha puesto en marcha un proceso de discusión pública en la que han participado cerca de millón y medio de cubanos que piden y piden cambios. Viajar al extranjero libremente, poder comprar y vender, entrar en los hoteles, tener productos en los almacenes….Desde que Fidel cedió interinamente el poder el 31 de julio de 2006, Cuba ha comenzado a gastar más divisas en la compra de productos de consumo, el estado paga ya más a los campesinos y ganaderos para incentivar la producción. Y en el terreno político, bajo la dirección, aun interina, de Raúl Castro, se anunció la próxima firma con la ONU de dos pactos sobre Derechos Humanos y se ha abierto un mecanismo de diálogo con España –y de soslayo se hace un gesto a la UE- sobre esa misma materia.
Raúl, de 76 años, es el octavo hijo de los nueve que tuvieron el gallego Ángel Castro y la criolla Lina Ruz. Fidel es el quinto. La hermana menor, Juanita, 74 años, farmaceútica en Miami decía, cuando en julio de 2006 el Comandante, enfermo, dejó temporalmente la presidencia que “Raúl es más receptivo y dialogante”. Esa es otra de las cualidades que le adjudican: que sabe escuchar. Desde su irrupción en la escena sin Fidel, Raúl ha ofrecido en dos ocasiones y sin respuesta el diálogo a los Estados Unidos, ahora con su propia transición en marcha cuando acaba el mandato del ultra George Bush. Se sabe que, en La Habana, se dialoga con los dirigentes más moderados de la oposición. Pero los límites también están marcados. Fidel, cuando emprendió el camino de la Revolución, en los primeros 50, era apenas un miembro desencantado del Partido Ortodoxo. Raúl ya era comunista. Así es que los límites de Raúl, están muy claros, como él mismo se encargó de señalar en el famoso discurso del 26 de Julio:
“Los desafíos que tenemos delante son enormes, pero nadie debe dudar de la firme convicción de nuestro pueblo de que sólo con el socialismo lograremos superar las dificultades y conservar los logros de medio siglo de Revolución”.
(*) Este artículo se publica originalmente en la revista Interviú.
LA RENUNCIA DE FIDEL
Por Frei Betto (*)
Fidel Castro, de 81 años, renunció a sus funciones de presidente del Consejo de Estado de Cuba y de Comandante en Jefe de la Revolución. Dedicado a cuidar su salud, prefiere mantenerse fuera de las actividades de gobierno y participar en el debate público -que siempre le encantó- a través de sus artículos en los medios. Permanece, sin embargo, como miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba.El próximo domingo día 24 Raúl Castro, de 77 años, será elegido, por los nuevos diputados de la Asamblea Nacional, para ocupar las funciones de primer mandatario de Cuba.Es la segunda vez que Fidel renuncia al poder. La primera fue en julio de 1959, siete meses después de la victoria de la Revolución. Elegido primer ministro, chocó con el presidente Manuel Urrutia, que consideró muy radicales las leyes revolucionarias, como la de reforma agraria, promulgadas por el consejo de ministros. Para evitar un golpe de estado, el líder cubano prefirió renunciar. El pueblo salió a las calles apoyándole. Presionado por las manifestaciones, Urrutia no tuvo otra alternativa que dejar el poder. La presidencia fue ocupada por Oswaldo Dorticós, y Fidel volvió a la función de primer ministro.Estuve en Cuba en enero de este año, para participar en el Encuentro Internacional sobre el Equilibrio del Mundo, a la luz del 155º aniversario del nacimiento de José Martí, figura paradigmática del país. Regresé a mediados de febrero para otra reunión internacional, el Congreso Universiade 2008, en el que participaron varios rectores de universidades brasileñas.En ambas ocasiones me encontré con Raúl Castro y otros ministros cubanos. Me reuní también con la dirección de la FEU (Federación Estudiantil Universitaria); con estudiantes de la universidad de Ciencias Informáticas; con profesores de nivel básico y medio; y con educadores populares.Se engaña quien crea que la renuncia de Fidel significa el comienzo del fin del socialismo en Cuba. No hay ningún síntoma de que sectores significativos de la sociedad cubana aspiren a que regrese el capitalismo. Ni siquiera los obispos de la Iglesia Católica. Con excepción de unos pocos, a quienes no les importaría que el futuro de Cuba fuese equivalente al presente de Honduras, Guatemala o Nicaragua. Además, ninguno de los que salieron del país continuó la defensa de los derechos humanos al insertarse en el mundo encantado del consumismo.Cuba no es reacia a los cambios. El mismo Raúl Castro desencadenó un proceso interno de críticas a la Revolución a través de las organizaciones de masas y de los sectores profesionales. Son más de un millón de sugerencias las analizadas por el gobierno. Los cubanos saben que las dificultades son enormes, pues viven en una cuádruple isla: geográfica; única nación socialista de Occidente; desprovista del apoyo que le daba la Unión Soviética; bloqueada hace más de 40 años por el gobierno de los EE.UU.A pesar de todo ello el país mereció elogios del papa Juan Pablo II con ocasión de su visita en 1998. En el IDH 2007 de la ONU el Brasil se alegró de figurar en el puesto 70. Los primeros setenta países son considerados los mejores en calidad de vida. Cuba, donde no se paga nada por el derecho universal a la salud y educación, figura en el puesto 51.El país presenta una tasa de alfabetización del 99.8%; cuenta con 70.594 médicos para una población de 11.2 millones (1 médico por cada 160 habitantes); un índice de mortalidad infantil de 5.3 por cada mil nacidos vivos (en los EE.UU. son 7, y en Brasil 27); 800 mil diplomados en 67 universidades, en las que ingresan cada año 606 mil estudiantes.Hoy día Cuba mantiene médicos y profesores trabajando en más de 100 países, incluido Brasil, y promueve en toda América Latina la “Operación Milagro”, para curar gratuitamente enfermedades de los ojos, y la campaña de alfabetización “Yo sí puedo”, con resultados que convencieron al presidente Lula a adoptar el método en el Brasil.Habrá, sí, cambios en Cuba cuando cese el bloqueo de los EE.UU.; cuando sean liberados los cinco cubanos presos injustamente en la Florida por luchar contra el terrorismo; y si la base naval de Guantánamo, utilizada ahora como cárcel clandestina -símbolo mundial del irrespeto a los derechos humanos y civiles- de supuestos terroristas fuera devuelta.No esperemos, sin embargo, que Cuba quite de las entradas a La Habana dos carteles que nos avergüenzan a nosotros los latinoamericanos, que vivimos en islas de opulencia rodeadas de miseria por todos lados: “Cada año 80 mil niños mueren víctimas de enfermedades evitables, Ninguno de ellos es cubano”. “Esta noche 200 millones de niños dormirán en las calles del mundo. Ninguno es cubano”.
a La Asamblea que lo eligió está compuesta, en un 82 por ciento, por miembros de la generación siguiente a la de Sierra Maestra.
La elección de Raúl Castro como Presidente del Consejo de Estado no sorprendió a nadie en Cuba, ya que estaba en la propia Constitución y había sido anunciada públicamente desde hace muchos años por el propio Fidel Castro.
Siendo Raúl el más joven de su generación, su mandato parece destinado a ser el de la transición entre dos camadas de dirigentes, la de sus compañeros de la Sierra Maestra y la de los nacidos durante o después de la revolución.
Siendo Raúl el más joven de su generación, su mandato parece destinado a ser el de la transición entre dos camadas de dirigentes, la de sus compañeros de la Sierra Maestra y la de los nacidos durante o después de la revolución.
Un buen ejemplo de esta transición está en la composición de este mismo parlamento, en el que el 82% de los 614 diputados recién electos pertenecen a una generación 20 años menor que la de Fidel Castro y sus compañeros.
Sin embargo, la elección de José Ramón Machado Ventura como primer vicepresidente demuestra que los "históricos" no están dispuestos a jubilarse todavía y que, por el contrario, mantendrán una fuerte presencia en el gobierno.
Sin embargo, la elección de José Ramón Machado Ventura como primer vicepresidente demuestra que los "históricos" no están dispuestos a jubilarse todavía y que, por el contrario, mantendrán una fuerte presencia en el gobierno.
Aunque Raúl dijo que "el Comandante en Jefe de la revolución es uno solo, Fidel es Fidel, es insustituible" y más adelante remarcó la necesidad de una dirección colectiva, "sólo el Partido Comunista puede ser su digno sustituto", añadió, también hay que observar en su dircurso otros mensajes.
Así, comenzó diciendo debemos "ser dialécticos y creativos en este momento histórico" y más adelante anunció una reestructuración total del aparato estatal, buscando uno más ágil que implique menos reuniones, concentrar funciones y hacer mejor uso de los cuadros, "en resumen: hacer más eficiente la gestión de nuestro gobierno".
"Un partido más democrático..sin miedo a la discrepancia"
Raúl Castro también opinó que "el partido debe ser más democrático" y amplió el concepto diciendo que "no hay que temer a las discrepancias en una sociedad como la nuestra. Del intercambio profundo de opiniones divergentes salen las mejores soluciones".
Afirmó que los principales problemas se resolverían "previa consulta con los ciudadanos, incluso con todo el pueblo" y explicó que ya se estaba trabajando para terminar con algunas prohibiciones que limitan los derechos de los ciudadanos.
"En las próximas semanas empezaremos a eliminar las prohibiciones más sencillas", dijo, pero aclaró que otras tardarán más en resolverse porque implica tocar regulaciones aplicadas para protegerse de las agresiones externas.
"El bloqueo no es excusa para ocultar los errores"
Afirmó que los principales problemas se resolverían "previa consulta con los ciudadanos, incluso con todo el pueblo" y explicó que ya se estaba trabajando para terminar con algunas prohibiciones que limitan los derechos de los ciudadanos.
"En las próximas semanas empezaremos a eliminar las prohibiciones más sencillas", dijo, pero aclaró que otras tardarán más en resolverse porque implica tocar regulaciones aplicadas para protegerse de las agresiones externas.
"El bloqueo no es excusa para ocultar los errores"
En el terreno económico planteó que "hay limitaciones objetivas", pero explicó que su gobierno tendrá como una de sus más importantes prioridades la de "satisfacer las necesidades materiales y espirituales de la población".
Raúl Castro explicó que se pretendía elevar el valor del salario hasta que fuera suficiente para cubrir las necesidades de las familias cubanas, pero aclaró otra vez que esto sólo se logrará haciendo crecer la economía nacional.
Propuso la "progresiva, gradual y prudente revaluación del peso cubano" y el estudio de la dualidad monetaria, para cuya solución deberían tenerse en cuenta el sistema salarial, las gratuidades y los productos de la libreta de racionamiento cuyos precios calificó de "irracionales e insostenibles".
El nuevo Presidente de Cuba dijo que "no debe usarse el embargo económico como excusa para ocultar los propios errores". Pidió "exigencia, disciplina y unidad" y puso como ejemplo el éxito de las medidas tomadas recientemente para "perfeccionar la producción y comercialización agrícola".
(Para leer todo el discurso)
Raúl Castro explicó que se pretendía elevar el valor del salario hasta que fuera suficiente para cubrir las necesidades de las familias cubanas, pero aclaró otra vez que esto sólo se logrará haciendo crecer la economía nacional.
Propuso la "progresiva, gradual y prudente revaluación del peso cubano" y el estudio de la dualidad monetaria, para cuya solución deberían tenerse en cuenta el sistema salarial, las gratuidades y los productos de la libreta de racionamiento cuyos precios calificó de "irracionales e insostenibles".
El nuevo Presidente de Cuba dijo que "no debe usarse el embargo económico como excusa para ocultar los propios errores". Pidió "exigencia, disciplina y unidad" y puso como ejemplo el éxito de las medidas tomadas recientemente para "perfeccionar la producción y comercialización agrícola".
(Para leer todo el discurso)
RAÚL, EL PODER EN LA SOMBRA
Por Javier Sáenz Munilla (*)
Raúl Castro es el verdadero poder en Cuba. Hace tiempo que lo es: El poder, hasta ahora en las sombras, que se ve obligado por razones biológicas a dar un paso hacia la zona iluminada del escenario. Pero su carácter más reservado y austero en todos los sentidos, hará que Raúl siga siendo más un dirigente entre bambalinas que en el primerísimo plano del proscenio, posición que ocupará, siempre que la función lo requiera, pero acompañado de su equipo, compuesto por ‘jóvenes’ que no estuvieron en Sierra Maestra. La Revolución de Raúl será, claro , mucho menos personalista, entre otras cosas porque no queda otra, ya que Fidel es mucho Fidel.
A Raúl, que ha estado siempre en las sombras cocinando los frijoles, los cubanos de la isla le esperan, ansiosos, para que llegue con la comida humeante y la ponga encima de la mesa. Así es que Raúl, mucho más pragmático, cambiará la ideología por los frijoles. Esa es ahora su función, como lo fue en la gran crisis que siguió, en los 90, al derrumbe de la Unión Soviética y sus aliados. Raúl, el duro, el ortodoxo, el militar, el hombre de Moscú, fue precisamente quien se arremangó y dirigió las reformas, quien introdujo con Carlos Lage, la apertura económica que evitó el colapso y la hambruna a la isla. Aunque, pasado el susto, llegó Fidel y mando a parar con tanto liberalismo.
Así es que Raúl Castro es un hombre pragmático, eficiente, reservado, austero en las formas, callado aunque bromista y muy familiar, al que gusta disfrutar con sus cuatro hijos y sus nietos. Un aspecto que le hace más cercano al hombre de la calle, menos dios, capaz incluso de contagiar su emoción cómo cuando se le vio llorar en Junio de 2007 tras la muerte de su esposa, la mítica Vilma Espín, a la que estuvo profundamente ligado desde que ambos se conocieron en la Sierra.
Y es un hombre dialogante y capaz de hacer equipos y de repartir tareas. No es el máximo dirigente empeñado en meter la cuchara en todas las salsas. Y esto es, seguramente, por su carácter de segundón tras la arrolladora estela de su hermano Fidel y porque desde que los barbudos tomaron el poder en 1959, le ha tocado encargarse, siempre, de la intendencia, de que las cosas funcionen.
Hace ya 20 años que el biógrafo de Fidel, el norteamericano Tad Szulc, describía así a Raúl: “Con su bigote recortado y su cara redonda, parece un tendero español satisfecho de sí mismo, pero es muy respetado por su firmeza y capacidad”. Y añadía que mientras Fidel se dedicaba a los asuntos globales e ideológicos, a arreglar el mundo diríamos, Raúl “dirige la mayor parte de los asuntos diarios del gobierno de Cuba”.
Se cuenta que en sus años mozos, allá en su natal Birán, se hizo cargo del bar La Paloma, propiedad de su padre, el rico hacendado gallego Ángel Castro y Argiz. El bar no marchaba muy bien y Raúl puso firmes a los malos pagadores y saneó el negocio. ¿No es esa la tarea que se le presenta ahora? Él así lo considera, a juzgar por sus discursos oficiales como presidente interino, comenzando por aquel que pronunció el 26 de Julio y en el que podrían estar contenidas las claves de lo que viene.
A Raúl Castro le apodan “El Chino” desde mucho antes de que se le presentara como un partidario de las reformas emprendidas por Pekín. El mote se lo pusieron por sus ojos rasgados. Pero quizá le venga también al pelo por su gran pragmatismo. Ya vimos cómo fue capaz de ponerse al frente de las reformas en la crisis de los 90. Tras la guerrilla, fue el encargado de convertir aquel ejército rebelde en unas Fuerzas Armadas modélicas, sin duda de las mejores del tercer mundo, capaces de enfrentarse y derrotar en Angola al poderoso ejército surafricano. Pese a ello, al pragmático Raúl no le dolieron prendas en dirigir, también, la jibarización de aquellas FAR, que pasaron de 300.000 a 60.000 hombres, la quinta parte, cuando consideró, y así lo dijo, que “los frijoles son más importantes que los cañones”.
Hoy dice que las cosas deben funcionar, habla de “reformas estructurales” y ha puesto en marcha un proceso de discusión pública en la que han participado cerca de millón y medio de cubanos que piden y piden cambios. Viajar al extranjero libremente, poder comprar y vender, entrar en los hoteles, tener productos en los almacenes….Desde que Fidel cedió interinamente el poder el 31 de julio de 2006, Cuba ha comenzado a gastar más divisas en la compra de productos de consumo, el estado paga ya más a los campesinos y ganaderos para incentivar la producción. Y en el terreno político, bajo la dirección, aun interina, de Raúl Castro, se anunció la próxima firma con la ONU de dos pactos sobre Derechos Humanos y se ha abierto un mecanismo de diálogo con España –y de soslayo se hace un gesto a la UE- sobre esa misma materia.
Raúl, de 76 años, es el octavo hijo de los nueve que tuvieron el gallego Ángel Castro y la criolla Lina Ruz. Fidel es el quinto. La hermana menor, Juanita, 74 años, farmaceútica en Miami decía, cuando en julio de 2006 el Comandante, enfermo, dejó temporalmente la presidencia que “Raúl es más receptivo y dialogante”. Esa es otra de las cualidades que le adjudican: que sabe escuchar. Desde su irrupción en la escena sin Fidel, Raúl ha ofrecido en dos ocasiones y sin respuesta el diálogo a los Estados Unidos, ahora con su propia transición en marcha cuando acaba el mandato del ultra George Bush. Se sabe que, en La Habana, se dialoga con los dirigentes más moderados de la oposición. Pero los límites también están marcados. Fidel, cuando emprendió el camino de la Revolución, en los primeros 50, era apenas un miembro desencantado del Partido Ortodoxo. Raúl ya era comunista. Así es que los límites de Raúl, están muy claros, como él mismo se encargó de señalar en el famoso discurso del 26 de Julio:
“Los desafíos que tenemos delante son enormes, pero nadie debe dudar de la firme convicción de nuestro pueblo de que sólo con el socialismo lograremos superar las dificultades y conservar los logros de medio siglo de Revolución”.
(*) Este artículo se publica originalmente en la revista Interviú.
LA RENUNCIA DE FIDEL
Por Frei Betto (*)
Fidel Castro, de 81 años, renunció a sus funciones de presidente del Consejo de Estado de Cuba y de Comandante en Jefe de la Revolución. Dedicado a cuidar su salud, prefiere mantenerse fuera de las actividades de gobierno y participar en el debate público -que siempre le encantó- a través de sus artículos en los medios. Permanece, sin embargo, como miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba.El próximo domingo día 24 Raúl Castro, de 77 años, será elegido, por los nuevos diputados de la Asamblea Nacional, para ocupar las funciones de primer mandatario de Cuba.Es la segunda vez que Fidel renuncia al poder. La primera fue en julio de 1959, siete meses después de la victoria de la Revolución. Elegido primer ministro, chocó con el presidente Manuel Urrutia, que consideró muy radicales las leyes revolucionarias, como la de reforma agraria, promulgadas por el consejo de ministros. Para evitar un golpe de estado, el líder cubano prefirió renunciar. El pueblo salió a las calles apoyándole. Presionado por las manifestaciones, Urrutia no tuvo otra alternativa que dejar el poder. La presidencia fue ocupada por Oswaldo Dorticós, y Fidel volvió a la función de primer ministro.Estuve en Cuba en enero de este año, para participar en el Encuentro Internacional sobre el Equilibrio del Mundo, a la luz del 155º aniversario del nacimiento de José Martí, figura paradigmática del país. Regresé a mediados de febrero para otra reunión internacional, el Congreso Universiade 2008, en el que participaron varios rectores de universidades brasileñas.En ambas ocasiones me encontré con Raúl Castro y otros ministros cubanos. Me reuní también con la dirección de la FEU (Federación Estudiantil Universitaria); con estudiantes de la universidad de Ciencias Informáticas; con profesores de nivel básico y medio; y con educadores populares.Se engaña quien crea que la renuncia de Fidel significa el comienzo del fin del socialismo en Cuba. No hay ningún síntoma de que sectores significativos de la sociedad cubana aspiren a que regrese el capitalismo. Ni siquiera los obispos de la Iglesia Católica. Con excepción de unos pocos, a quienes no les importaría que el futuro de Cuba fuese equivalente al presente de Honduras, Guatemala o Nicaragua. Además, ninguno de los que salieron del país continuó la defensa de los derechos humanos al insertarse en el mundo encantado del consumismo.Cuba no es reacia a los cambios. El mismo Raúl Castro desencadenó un proceso interno de críticas a la Revolución a través de las organizaciones de masas y de los sectores profesionales. Son más de un millón de sugerencias las analizadas por el gobierno. Los cubanos saben que las dificultades son enormes, pues viven en una cuádruple isla: geográfica; única nación socialista de Occidente; desprovista del apoyo que le daba la Unión Soviética; bloqueada hace más de 40 años por el gobierno de los EE.UU.A pesar de todo ello el país mereció elogios del papa Juan Pablo II con ocasión de su visita en 1998. En el IDH 2007 de la ONU el Brasil se alegró de figurar en el puesto 70. Los primeros setenta países son considerados los mejores en calidad de vida. Cuba, donde no se paga nada por el derecho universal a la salud y educación, figura en el puesto 51.El país presenta una tasa de alfabetización del 99.8%; cuenta con 70.594 médicos para una población de 11.2 millones (1 médico por cada 160 habitantes); un índice de mortalidad infantil de 5.3 por cada mil nacidos vivos (en los EE.UU. son 7, y en Brasil 27); 800 mil diplomados en 67 universidades, en las que ingresan cada año 606 mil estudiantes.Hoy día Cuba mantiene médicos y profesores trabajando en más de 100 países, incluido Brasil, y promueve en toda América Latina la “Operación Milagro”, para curar gratuitamente enfermedades de los ojos, y la campaña de alfabetización “Yo sí puedo”, con resultados que convencieron al presidente Lula a adoptar el método en el Brasil.Habrá, sí, cambios en Cuba cuando cese el bloqueo de los EE.UU.; cuando sean liberados los cinco cubanos presos injustamente en la Florida por luchar contra el terrorismo; y si la base naval de Guantánamo, utilizada ahora como cárcel clandestina -símbolo mundial del irrespeto a los derechos humanos y civiles- de supuestos terroristas fuera devuelta.No esperemos, sin embargo, que Cuba quite de las entradas a La Habana dos carteles que nos avergüenzan a nosotros los latinoamericanos, que vivimos en islas de opulencia rodeadas de miseria por todos lados: “Cada año 80 mil niños mueren víctimas de enfermedades evitables, Ninguno de ellos es cubano”. “Esta noche 200 millones de niños dormirán en las calles del mundo. Ninguno es cubano”.
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